Efemérides, efemérides…
Hoy 11 de noviembre estaría cumpliendo 74 años de vida el filosofo Molinero; el escritor, pintor, escultor, compositor, Rafael Alfredo Aarón Morales (el Moli), quien murió un 28 de julio de 2006 y nos dejo un cráter en el alma y un enorme legado, literario, musical y humano; más de 200 libros inéditos, uno publicado, mas de 4.000 canciones inéditas, más de 40 grabadas por artistas reconocidos nacional e internacional, más de 100 pinturas, más de 500 dibujos, tres hijos y tres nietas, cuatro hermanas, y cuatro hermanos vivos, y miles de recuerdos y anécdotas que hacen que su paso por este mundo no sea olvidado. Hoy en su cumpleaños publicamos una corta biografía y recordamos dos de sus poesías del libro inédito “las ropas del espantapájaros”
Rafael ALFREDO
Aarón Morales (El Moli)
Nació en El Molino, departamento de la Guajira, el 11
de Noviembre de 1938, Estudió Derecho en la Universidad Autónoma Latinoamericana
en Medellín. y estudió Filosofía y Letras en La Universidad de Santo Tomas de a
distancia.
En 1992 ganó el concurso Nacional de Cuento de la Contraloría General de la
República, en el 2002 se gana el premio Departamental de Literatura con el
libro de poemas “Al Sur del horizonte” Ha sido
Presidente de la Asociación de Escritores de la Guajira. Director de la Revista Luciérnaga y Abogado
litigante.
Publicó el libro Cuentos
de autores Guajiros (1994). Posee inéditos ciento noventa y cinco
libros de poesía; cinco libros de cuentos, una
novela y una obra en tres tomos de Sicología
práctica: Fronteras
de lo imposible.
Se casó con Amparo Gallón, de dicha unión nacieron
sus tres hijos, Rafael, Luz Nayibe y Enrique Eduardo
El sociólogo, escritor y editor, Abel
Avila afirmaba que "este hombre es el poeta más prolífico del país.
Sus versos constituyen reliquias históricas, y personales, que celosamente el autor cobija entre hojas. El,
escribe en revistas y periódicos de la región y en todo lo que sirva como
transporte del pensamiento. Es un individuo que trasplanta conocimientos, sensaciones y sentimientos a sus
coterráneos".
Del libro las ropas del espantapájaros
Acoplado como había estado a su soledad
no daba la impresión de ser sino una sombra
a la que habíamos puesto entre el y yo
todo el peso de la tristeza encima
la que nos hubo de doler…
por igual a los dos…
Después se fue él acostumbrando a ella
y yo a mirar a los tres
fundidos en un martirologio
que dio lugar a la figura perfecta
del espantapájaros.
Respecto a el
no se caen de su peso las
cosas
y existe porque es
un tridimensional objeto
que gravita y proyecta su sombra.
Aunque no mueva un dedo
ni sea capaz de hacer
que cambien de estación
las golondrinas
l
la clepsidra a llorar...
y ví como se derramaba
dentro de ella el tiempo.
Aquel que no tenía
para pasar
de la tristeza a la sonrisa.
Sabíamos que nadie
más que yo había visto
el color de sus sueños.
Pero algo en él decía
su actitud cuando a punto
de retomar el vuelo
el cielo gris volvía
a
ser ese remanso de posibilidades
en
que también de gris
alguien
pintó sus pájaros,
no
era entonces cuando
veía
que caían
de
su alma los hilos
que
lo amarraron al silencio…
Quien
era el
para
llegar a descifrar
aquello
que no comprendía …
Sabia
que no sabia
y
eso
fue
lo
que se hizo merecer la condición de fuego.
Para
empezar ese día
recogió
algunas cosas:
un
viejo recuerdo de entre tantos
que
yacía frente al piano
pintado
en la pared;
una ración
de agua del mar
para
sus peces (marinos por supuesto)
Y
junto sus dos manos
comprendió
que dos cosas
se juntarían
jamás:
Su
fuente con los horizontes
y
estos estaban todavía tan lejanos!
Como
es de suponerlo siguió el curso del día
como
con quien un fusil
va
disparando
cada ración del tiempo
que trata de escapar
y lo hiere de lesa eternidad;
metido dentro de sí mismo
cree que en pos del horizonte avanza
y se interpone a veces
en la luna
que demarca al camino
la luz redonda de la luna llena
y sabe que como él llena de cosas
tampoco hacia lugar alguno
avanza.
Entonces retrocede
y con él,
lo hace el horizonte.
Termina así de convencerse
de que no se juntarán jamás.
ENTRE
EL ODIO Y EL MIEDO.
Ese día el dolor del odio
envolvía todo el contorno del paisaje
y a tal punto
que llegó a estremecer
al roció que aun dormía entre las hojas.
A la intemperie sonreía al espantapájaros
de cuya frente apenas
se apartaban las sombras
de la aurora
reemplazadas por los rayos del sol
que emergía de entre las montañas.
También
afuera
Se hizo patente el miedo
en las narices frías de los perros
que ladraban al unísono
como queriendo trasmitir
sus presagios al espantapájaros.
Era el tiempo en que vivíamos
que es el tiempo de hoy.
Atávico retazo
de una inconciencia nacional
en donde el moho del silencio
no es menos cómplice
que la nube de odio que regresa
de generaciones atrapadas
en un laberíntico pasado.
Cuando llegaron ellos,
un número que nadie
pudo escribir allí
en las palmas de sus manos
que crece aun
como siniestra sombra
a lo largo y ancho de este anémico país.
No queda más que una exhalación
vibrando en la intemperie,
suspiros fugitivos
batir nostálgicos de alas
y
...a c r i b i l l a d a
la corbata del espantapájaros